domingo, 30 de noviembre de 2014

Navidad tras bastidores

Esta navidad comparé muchos caramelos,
Muchos dulces y juguetes,
Para hacer de una pobre “alma” infeliz
Un poco menos desdichada,
Ya lo he planeado todo.

Primero robaré a esos niños mugrosos,
Y humillaré a sus padres por su condición,
Los mandaré lejos, y después de eso,
Esperaré un tiempo, para ir con una hermosa sonrisa
A entregarles mi amor y mi dicha,
Pero deberé procurar que alguien observe,
Que para que “Dios” lo noté primero debe mirar la gente.

¡Oh!, ¡cielos!, soy un alma tan noble, tan pura, tan bella;
De seguro tendré mi puestito en el cielo,
Me siento tan bien ayudando, no me importa que en otra época
Me causen repugnancia, debo ayudarles, porque ayudando mi ego se infla, ¡No debo dejar pasar esta oportunidad!,
Si me ego se encoge ayudaré a un pobre, me recordará que soy afortunado,
Afortunado de ser mejor que ellos, pero no debo gritarlo, pareceré tarado.

Y no puedo esperar a que llegue la cena navideña,
Ya lo tengo todo preparado, he trabajado muy duro todo el año
Para poder tener algo con que presumir, porque si no cuál es el objetivo
Si en esta hermosa época mi ego puede subir.

Quiero ver las sonrisas en el rostro, ya el resto del año será otro dolor,
Por ahora me preocuparé de sentirme bien, y gastar en todo lo que pueda,
Comprar los mejores aparatos, los mejores regalos, las mejores sonrisas,
Porque mi ego necesita crecer,
En esta navidad daré muchos abrazos llenos de amor,
Y el resto del año guardaré a todos esos canallas en un cajón,
Mentiré a mis hijos que Papa Noel existe, y que si se portan bien recibirán regalos,
Pobres y ridículos crédulos, creen que por portarse bien van a ser recompensados
Por un místico ser imaginario.


lunes, 24 de noviembre de 2014

Desnudo

Dos perros se desgarran en la calle,
Sus colmillos introducen la carne ajena y la sangre brota
Calientes los salvajes pierden poco a poco la energía,
Y un anciano de mal aspecto les echa un balde de agua fría
Para que se separen, sin embargo no funciona
Inefectivo es ver a dos almas chocando,
En un fuego común unidos por el espacio

El agua es mar y el mar es agua,
Y el cielo naranja observa el violento ataque
Y dos niñas coquetas ignoran ese pasaje,
Pero los perros no paran, continúan,
La sangre es más espesa, es más rabiosa,
Es un ente infinito que se pasea en las calles,
La materia choca sin previo aviso,
Y ese perro ya reventó el globo ocular de sí mismo.

Luchan desgarrados, con tripas desbordándose,
Luchan hastiados de la vida precipitándose
Y el anciano mira la escena con total impotencia,
Pero la cruz de la iglesia ni observa la imagen,
 El Cristo de la cruz se queda ahí, con una cara idiota agonizante,
Se queja y dice: A mí no me jodan, que ya morí por sus pecados,
Sucios bastardos y egoístas, adórenme, soy mejor que ustedes,
Porque estoy arriba, junto con los míos, con mis diablos aristócratas,
Con mis quema indios, con mis ladrones elegantes, que guardan su puestito en el cielo,
Por dar una piedra a mi iglesia, y matar a esos indios, que no son dignos de mí, de su gran Jesús,
El Jesús de los blancos y los bellos, no el Jesús de los pobres y los feos, ese no existe.

La sangre se espesa en el aire, se queda en pequeñas partículas
La pesada y sombría furia de vivir
Los ha dejado desconectados, golpeando por inercia,
El pedazo de carne sigue ahí, un niño de cara sucia lo observa,
Y quiere tomarlo, se acerca poco a poco
Hasta que los perros furiosos se dan cuenta
Lo invitan a su festín de sangre, el niño pierde sus piernas
Llorando con desesperación pide auxilio,
El anciano guarda su balde, y se queda observando,
Pero unas señoras chismosas la miran,
Entonces recoge el cadáver masacrado del niño.

Recibe un fuerte aplauso por tan bondadoso acto
Y crean una fundación del “Anciano más generoso del mundo”,
Las viejas quedan cotorreando sus falacias,
Le pintan un cuadro, le sacan un libro, diez mil piezas a su nombre,
Con un manco a su lado, ardido y dolido, es perfecto para la fotografía
De la nueva revista de las gordas, le construyen un monumento que crea dinero
Y así he construido mi casita de mentiras, creo que ese anciano es mejor que Jesús,
Porque se portó como una mierda en el momento adecuado,
Se fustigo al frente de todos, porque él, es un héroe.




jueves, 6 de noviembre de 2014

No necesito compasión

Y no puedo decir a vos no te importo lo nuestro
Sería una falta de sintaxis, eso no fue nuestro,
Fue mío, fue mi locura, fue mi delirio,
No fue una ilusión, desde el principio sabía que estaba perdido,
Perdido en un denso bosque, buscando una salida
La busco con desesperación, ya no quiero sentir esto.
 
Yo que iba como vagabundo, recogiendo hojas marchitas
Caminaba hasta la casa del cerro más alto, y te las entregaba;
Esperabas flores, y en eso fallaba
Las hojas marchitas me recuerdan la brevedad de mi vida,
Quería ser la hoja y tú el fruto que estuviera ahí, hasta que estas se secaran.
 
Yo que iba como ateo, todos los domingos a misa,
A mirar tu rostro, mientras el cura me enfermaba con sus palabras;
Yo que me vendí a la hipocresía, solo para sentirte un instante,
Y ahora estoy ahogándome en sentimientos;
Devorando la miseria.
 
Yo que por ti hubiera sido capaz de poner mis pies en hielo
Si eso te hacia bien;
Pero a ti solo te embargaba la culpa, que no es amor, sino compasión;
Yo no quiero tu compasión, que compasión no es querer,
Porque te puedes compadecer del lánguido borracho de la calle,
Te puedes compadecer del niño que vende chicles en la esquina,
Y eso, eso no es amor.
 
 Te podría dedicar mil letras, y a ti solo te llegará un sentimiento,
El sentimiento de sentirte especial, de sentirte querida, pero no querer,
Y yo no quiero compasión.
 
Siento un vacío intenso, al saber que te tuve un instante,
Y ya, eso fue todo;
¿Cómo no evité la derrota?,
¿Por qué abrí mi corazón a la media noche, sabiendo que nadie iba a estar afuera?,
Me quede ahí, congelándome;
No echemos culpas, que eso es de cobardes y mediocres,
Yo lo acepto, cargo esta cruz de quererte y no ser correspondido,
Porque yo mismo me arme el discurso demagogo,
Y luego yo  permití que me robaran.
 
A veces quisiera ser un gato, y buscarte solo cuando necesite comida,
Y brindarte un poco de cariño como agradecimiento,
Y luego marcharme, hasta que de nuevo necesite algo de ti;
Pero soy un perro de la calle, vagando en las aceras,
Lleno de hambre y melancolía,
Hasta que un extraño me ofrece un poco de sobras,
Y lo sigo, y lo quiero;
Y él me compartió su comida porque tuvo compasión, no amor;
No necesito tu compasión.
 
Buscaré en los basureros algo de comer;
U otras gentes extrañas me brindaran de sus sobras,
No necesito tu compasión;
Que no te confundas, compasión no es ningún tipo de amor digno de recordar.
 
La madre ama a su hijo, no lo compadece;
Los amigos se hacen felices el uno al otro, no se compadecen;
Cuando tus hermanos sufren sientes el dolor igual que ellos, no los compadeces,
No confundas ningún tipo de cariño con simple compasión.
 
No te compadezcas que me duela, y lo confundas con un profundo cariño;
No es cariño, es sensación de culpa, y yo, no necesito tu compasión,
Soy un perro vagabundo, he sobrevivido a gélidas noches de soledad;
Solo porque hoy no me das de comer, no moriré, ya encontraré algo por ahí.
 
Lo que más duele es haberlo tenido todo claro desde el principio,
Pero me deje llevar, ignore las advertencias, mi culpa;
Y como lo tengo claro, aquí te limpio el panorama;
Habrá alguien que te haga más feliz; ese alguien que será tu mundo;
Pero para el no será así; ¿Sabes cómo lo sé?
Porque cuando quieres con locura esto va a tu contra,
Más cuando ignoras y no deseas, todo sale a favor.
 
Así que ama con locura, y deja que te hieran, y siente lo intenso,
Siéntete más viva que nunca, y comprende lo que siento;
Estoy derrotado, pero no necesito tu compasión;
Solo es mi insano juicio, que me obliga a escribir.
 
Te escribo palabras tristes, porque hoy eso es lo que me inspiras,
Pero no te preocupes, cada ser que llega a tocar mi espíritu, tendrá unas palabras;
Fuiste mi realidad, ya llegará mi fantasía;
Alguien a quien pueda escribirle lo más hermosos versos;
Que cuando hable de ella evoque a Cortázar y hable de ciclopes;
De figuras dibujadas con mi dedo que por coincidencias llegan a su rostro.
 
En estas tristes y reales palabras me reconforto;
Y si no estás conmigo, que sea con alguien que te haga sentir viva,
Que no se limite a citas bonitas y eventos sociales,
Que no sea solo un sujeto que agrada a tu familia;
Que no sea un tipo que trate de besar solo tu boca, por tus hermosos labios;
Sino que entre en ti, que te busque y que te encuentre;
Que tome esa débil e insegura criatura que habita dentro tuyo, y la cuide;
Y con tiernas caricias la haga dormir.
 
Que no desee solo tu cuerpo, sino tu espíritu,
Y que sepa que tu rostro, que tu cabello, que tu cintura;
Son solo un portal para llegar a tu paraíso interior;
Y que soporte tu infierno, y  abra el suyo también,
Y se conecten, que sea tu hilo rojo;
Pero temo pedir que sea todo eso;
Porque corre el riesgo que lo dejes escapar,
Igual que a este perro que hoy te mira desde fuera de tu casa.
 
No quiero que me mires como alguien que te quiere, pero tu no
y que eso te llene de culpa, no necesito tu compasion;
y si el querer es un sentimiento infundado, y no pertenece a dos extraños,
sino que solo a uno, entonces es mejor buscar otros horizontes.

lunes, 11 de agosto de 2014

Recuerdo de un olvidado

Me había engañado una vez más a mí mismo, estaba tirado en un piso, de tablones de madera viejos y sucios, a lado, el olor repugnante del colchón, lleno de vómito, lleno de miseria; en yuxtaposición una prostituta de aspecto repugnante, su rostro estaba masacrado, su rostro gritaba que su vida era un continuo tormento; que noche tan extraña la que viví, mientras la luz del sol se expandía por toda la habitación revelando las partículas de basura a mi alrededor, yo empezaba a recordar, pero las náuseas me causaban un poco de molestia, hasta que mi maldito estomago ya no se pudo contener, y termine vomitando sobre mis propias piernas, el ruido levantó a la puta, sus ojeras mostraban la enorme cantidad de cocaína que había jalado. La desperté, y con una voz afónica y un tanto agónica ella me dijo que le trajera un café, pensé que en mi inmundicia desconexión de la realidad había contratado su repugnante servicio, pero no, después de esas palabras ella se volteó y continúo durmiendo, imágenes vagas pasan por mi cabeza, pero no puedo descubrir lo sucedido, ni siquiera sabía en donde estaba, el lugar era una completa mierda, así que decidí retroalimentarme desde el principio.
Me levante la mañana anterior igual que casi todas las mañanas de los últimos tres meses, con una sensación de vacío, con la sensación de que nada en la vida podría salir bien, con esa sensación de que vivía porque era demasiado cobarde como para tragar algo que me matara al instante, en lugar de eso me agradaba embriagarme con la porquería más asquerosa que vendieran en alguna pequeña tienda del centro, desde que perdí mi trabajo ya no era nadie, de hecho nunca lo fui, siempre respirando el toxico humo de esa fábrica de porquería, pero la rutina me ponía un poco ciego, y olvidaba mi patética vida, todas las mañanas, en ese mismo pequeño cuarto que emanaba olor a derrota, en los últimos tres meses me levantaba y me quedaba al borde de la cama, nada más ahí, divagando, preguntándome cuando fue que la felicidad se convirtió en un mito para mí, luego saltaba de la cama al baño, el baño sucio, asqueroso, lleno de vida, lleno de pequeños seres microscópicos llamados hongos que estaban alrededor del inodoro y el lavamanos, el espejo con manchas de aquellas gotas sucias que nunca se limpiaron, y me quedaba ahí, ahí parado, viendo cada parte de mi demacrado rostro, un rostro que ni la muerte tiene el valor de mirarme, porque si me llevara fuese un premio enorme para mi malgastada alma; esa mañana hice la misma rutina, me percate que mi cara cada vez está peor, siento que mi alma se posó  en mi rostro, de cierta forma me estoy volviendo más humano. Ya no le veía el caso ponerme a llorar, no tenía mucho sentido, mi llanto era mi botella de licor y mis lágrimas eran las bocanadas de humo que salían de mi boca cuando fumaba tabaco, o marihuana, o base, o lo que hubiera, simplemente quería morir de a poco, para que así la parca no sintiera mi llegada y al final terminara por aceptarme. Miré mi rostro e impulsivamente busqué mi delicioso “traguito”, pero me di cuenta que esa mierda ya se había acabado.
Entonces me puse las primeras ropas que encontré y salí del lugar, rogando que la dueña no me exigiera el dinero de la renta de la habitación, ella suele llegar en la mañana y se encierra en su “oficina” que se sitúa justo al lado de la salida,  pero no salió, ya no ha asomado hace tres semanas, la última vez me trato de la patada y me dijo que si no le pagaba iba a llamar a la policía para que me desaloje, justo esa misma noche llegue ebrio como era mi rutina diaria desde hace un tiempo atrás, y le dije que hiciera lo que le venga en gana, que a mí no me importa dormir afuera o adentro de un lugar, porque al final no lo siento, porque al final estoy tan vació y solo, que todo lugar es un espacio exterior, nada más con paredes malditas que me recuerdan que nunca seré libre; en fin, ella no apareció porque le despertaba demasiada lastima y se sentía un monstruo al despojarme, mi única triste cualidad era despertar la compasión de esas bestias llamadas personas, supongo que por eso pienso que me he vuelto más humano; llegué a la tienda y pedí mi dichosa botella de “punta”, el hombre que siempre me atendía era un hombre esbelto y lúcido, me daba asco verle porque sus fachas decían:  Tu nunca podrás ser así; el dinero lo saque de unas colegialas que se dirigían a tomar el bus  y yo las robe, les quite tres dólares. Luego la misma jodida rutina de un hombre solo, porque la única forma de caer en rutina es sentirte solo, es sentirte miserable, no importa lo que hagas o a que te dediques, si la rutina te pesa es porque ya te diste cuenta de tu miseria. Ahora bien, mi rutina consistía en primero dar unos sorbos a mi botellita mientras deambulaba por las calles del centro, siempre me encontraba Jorge un ser igual de desdichado que yo, un asqueroso ebrio de nariz torcida y piel morena, cabellos escasos y rizados, y tantas arrugas que ya no le cabían en la cara, es igual de hundido, era yo en otra persona, por eso nos llevábamos tan bien, el cargaba su botella y yo la mía, cuando miraba a Jorge miraba a la vida, él era la vida, siempre esbozaba una sonrisa, siempre tenía una carcajada lista, soltaba risas en esa boca llena de dientes careados y sarro, decía que la vida es para darle al goce mientras salpicaba saliva a mi rostro y yo podía percibir su asqueroso aliento a mil vidas extinguidas, pero él se sentía feliz con su ebriedad, por eso era la vida, era la felicidad en medio de la inmundicia y la tristeza, y eso para mí es la vida en este deplorable momento.

Estaba caminando con Jorge por la ciudad, y hablamos de Julio Jaramillo, y veíamos hermosos culos y les gritábamos obscenidades, perversiones, cosas tan puercas que hacíamos llorar a algunas mujeres, Jorge decía que es el precio de su belleza, quien las manda a ser tan sexuales, tan excitantes, nadie dijo que la belleza era alegría, él siempre dice que la belleza es un monstruo que es esconde tranquilo, para esperar el mínimo momento de hacer desdichadas a las personas que la anhelan o la tienen, yo siempre lo considere la sabiduría en estado etílico, como iba diciendo, caminábamos hasta que nos encontramos con otros muertos en vida, llenos de alcohol y marihuana en su sistema, y nos invitaron a un bar, de esos de mala muerte, donde solo entran borrachos, ladrones, drogadictos y putas, el bar del olvido, el bar del que nadie quiere oír, el bar de la vida oculta y la muerte exhibida, ahí nos ofrecieron más licor y empecé a perder la vida un poco, y luego no recuerdo más así lo intente, dado el caso decido acurrucarme a lado de la puta, me bebo un poco de licor que hay en esa habitación desconocida y le digo: ese café ya viene, solo tienes que cerrar los ojos.

lunes, 14 de julio de 2014

Imagino

Imagino tocando tu pelo
Imagino rosando tus labios
Imagino mil cosas,
Mi mente vuela
Se absorbe, se miente
Mira mi verdad y vuelve a engañarse.

Tengo la necesidad de ahogarme en mis palabras,
Que se queden en mí, para que vos también te quedes.
Me recuerdas tanto a la vida, me recuerdas tanto a la muerte
Y me recuerdas a la luz escondida, dentro de un oscuro pozo.

La retórica de poco sirve, si no se tiene el sentimiento
Tengo en mi mente tu imagen, tu luz y tu sombra.
La mentira y la verdad
Tengo a las dualidades escondidas ahí en un pequeño espacio,
Esperando a que tú las despiertes.

Tu inocencia y tu dulzura me enferman,
Eres una mentira construida de tal manera
Que siempre la percibo como verdad, pero
¿Qué soy yo?, no lo sé,  pero de algo estoy seguro,
Que no pertenezco a ningún lado, porque formo parte de todo.

Tú, dulce mentira, yo, asquerosa verdad
Yo, asquerosa verdad que pocos quieren ver,
Tú, dulce mentira que oculta a la melancolía,
La oculta en una pequeña botella, le pone llave
Y con una tierna voz le dice, espera a que el infinito se acabe,
Entonces ahí tú llegaras a ser agradable.

Me encuentro en un frio tormento
Queriendo ser otro, y lo ilógico me invade
Y lo absurdo es mi amante, y lo estúpido es mi amigo
Y lo cruel mi gran verdad, y la lluvia mi consuelo
Y los libros mis verdugos que me llevan;
Directo a la muerte.

lunes, 26 de mayo de 2014

Cantando a la muerte


 Es sábado, 9 de la noche, noche gélida, maldita, con ese aire a melancolía, entonces el músico de harapos toma su bicicleta, le espera otra larga noche, entre risas alcoholizadas,  entre alientos de tabaco, entre miradas de desprecio.
El músico de los harapos pasea en su bicicleta, una de esas antiguas, con lo manubrios raros, el cuerpo oxidado, y las llantas delgadas, carga en su espalda la tristeza de Jessica, su amor perdido, le escribió un par de canciones, que ahora tocara para mujeres de plástico, que disfrutan un cigarro, una cerveza, y un macho egocéntrico, dominante y machista que las humille, mientras están apoyadas en la parte lateral de un auto con la música bailable del momento a todo volumen. El músico es un viejo repugnante, de saco sucio y camisa rota, delgado, de estatura mediana y cabellos rebeldes como él mismo, la cara demacrada por el tiempo y la tristeza, su voz es rasposa, fruto del tabaco, el güisqui barato y una que otra biela ofrecida por los ebrios de los bares para quien él toca.
Está caminando por la calle de la felicidad efímera e ilusoria, observa una pequeña cantina, ahí está un grupo de jóvenes, tres hombres y una mujer, bebiendo cerveza; entonces decide entrar, después de un breve saludo empieza a entonar su guitarra, su guitarra amada, todas sus cuerdas son nuevas, la madera del cajón es fina, está bien pintada, llena de brillo; le puede faltar comida al músico, pero nunca le faltara una cuerda a su guitarra; empieza a tocar las primeras notas, su repertorio consta de diferentes éxitos del pasillo ecuatoriano, J.J su predilecto, recita las bellas letras con una pasión única, que unos vasos de güisqui la vuelven más intensa, el toca con toda la pasión y tristeza que envuelve la canción, sus oyentes no le prestan mucha atención, solo le ofrecen un poco de ron barato, la cara de incomodidad de los bebedores es evidente al principio, pero entre trago y trago toma sentido cada bella palabra de los pasillos llenos de historia, al final ellos terminan llorando con cada palabra que él musicaliza.
Así pasa toda la noche, entre el licor de la tristeza, entre la ignorancia de los bebedores, y entre la profunda pena de otros ebrios, quienes sienten con dolor las notas de esa guitarra y sienten la vida que esta tiene, entonces el músico de los harapos toca, Cuando llora mi guitarra, unos borrachos ahí sentados empiezan a llorar, el músico toca con todo el sentimiento, pero no brota ni una sola lágrima de sus ojos, en cambio, su guitarra empieza a sonar con agonía mientras escurre agua de sus clavijas, y así pasa toda la noche cada vez que entona esa melodía.

Ya es domingo, 3 de la mañana, la inconciencia del estado etílico en el que se encuentra lo obliga a volver a casa, así va, con la bicicleta en vaivén, por arte de magia y fuerzas místicas no cae, ni lo asaltan, ni lo atropellan, a él no le importa, su vida es una agonía y lo sabe, va manejando borracho con el amor de Jessica en su espalda; llega a su cuarto, y muere, estará en letargo junto a su amada, revivirá cuando la voz de Jessica se escuche otra vez en las cantinas el sábado por la noche.

sábado, 22 de febrero de 2014

Mi existencia

Hoy amaneciste, otra vez entre mis sueños,
te recordé, ahora es más común que entres a mi mente;
no sé nada de vos, y sin embargo te imagino estas últimas noches,
a mi lado, soñando juntos, siendo un ser,¡maldita utopía!;
¿Por qué?, ¿Por que yaces en mí?, viva, respirando.

No debería escribir esto, me apego más a tus formas,
y recuerdo el cemento, y recuerdo las brisas,
recuerdo tus manos, recuerdo tu esencia,
recuerdo ese rostro sin maquillaje, nunca lo necesitabas,
recuerdo que rezaba para que no te lo pongas,
porque al hacerlo, quedaba perplejo.

¡Malditas yagas!, otra vez se abrieron y empiezan a sangrar,
cada gota está llena de vos, de vos y tu fantasía,
de mí y mi escepticismo, está llena de una cobardía,
de la cobardía del silencio, de la ausencia, de sentirte,
de intentar una fusión homogénea que me llega a ser rechazada
todos los días de mi existencia.

No soy artista, no soy poeta, soy humano y eso basta para mí,
basta sentirte sin tocarte, basta mirarte sin hablarte,
basta entrar en tu mirada y quedarme ahí, acurrucado;
quiero quedarme ahí y escuchar como afuera las gotas caen.

Ahora no tengo ese dolor, solo esa intensa melancolía,
esa melancolía que se sirve unos tragos con la nostalgia y ríen,
y sueñan, y viajan por todos lados.

Yo estoy ahí, parado, mirando, siempre un espectador
un egoísta esperando que las estrellas se apaguen,
esperando que el perro lánguido suelte sus cadenas
y tú estés ahí para brindarle una sutil caricia.

Te propongo algo, vivamos de los sueños,
no hay otra forma, aferrémonos ahí,
me pondré al filo de un precipicio y te esperaré ahí,
para que me empujes hacía la vida, y yo te vea,
te vea allá; lejos, donde ya no puedas dañarme,
con esas hermosas y brutales garras intangibles.

Te juro que ya no quiero que estés ahí
quiero arrancarte de la memoria, 
la memoria, el más cruel de los amigos
y el más amable de los enemigos.

Ahí estoy observando a la nada,
y en el fondo te observo, pero esperaré
a que se difumine tu figura, que no deja de atormentarme
tan dichosamente, y atrás de mi los cristales caen.

Y vuelo, vuelo recorriendo praderas, no espero que estés a mi lado,
el eco de tu vos retumban en las piedras, y yo tengo miedo,
el otro día vi un ángel, de ojos negros, no sé si eras tú,
sólo sé que eran sueños, y la voz grave que grita en mi cabeza,
me asustó, despierto respirando fuerte, pero no sirve de nada,
esa bestia sigue ahí, es la bestia de mi cobardía.

martes, 4 de febrero de 2014

Antonio, la madre y el viejo

   Es viernes y Antonio ya ha decidido que hoy se levantaría para lavar esos zapatos sucios, y que su madre calificaba de "inmundos".-Pero ruca, esos zapatos estan bien, son cómodos al caminar, y no apestan-, dice Antonio en tono molesto.-No seas vago y lava esos zapatos-. Reclama enfurecida la madre. Entonces procedería a lavar esos zapatos gastados y sucios, no tienen mal olor, pero lucen mal, es lo triste. 
Tengo que fregar bien, es increíble cómo desperdicio mi tiempo, preferiría estar viendo televisión o escuchando música, mis audífonos se dañaron, y ese inútil reproductor ya ni sirve, guardaba unas canciones de nirvana, Something in the way, que buena canción, dicen que es algo triste, me relaja, pendejos, siempre piensan que todo debe ser alegría.

 Mientras Antonio cepillaba con fuerza su zapato, un viejo apareció detrás del cenceño hombresito. -¡Ah!,¿Quién eres?-. Preguntó el muchacho un poco exasperado.-Tranquilo, soy un visitante, tú no te incomodes, busco a tu padre,¿Está en casa?-,-No, no está, ha salido de viaje, muy posible que llegue hasta el lunes-, respondió Antonio.-No te preocupes, yo voy a leer este periódico mientras espero que vuelva-. comunicó el viejo. -Le dije que llega el lunes, vuelva cuando él esté aquí-. Contestó un poco furioso. -No te preocupes, ni me sentirás aquí, te doy mi palabra. Antonio empezó a sentir un fuerte escalofrío en su cuerpo.-Mamá-. Gritó,-Mamá, necesito que vengas-,-Tu madre salió a comprar un poco de golosinas para mí visita, ella sabe que estoy aquí-.
-Entonces ¿se quedará a dormir?.Preguntó el joven.
-No para nada, ya estoy viejo, no necesito dormir, yo casi siempre estoy despierto, pero no estés afligido, me desagrada cuando la gente se pone así; yo estoy aquí, no te molestaré, espero a tu padre, ningún objetivo más, no quería incomodarte pero en cierta parte debe ser mi deber. Continuó hablando el viejo.
-Sabes, muchas personas que yo visito me tienen aprecio, otras no, pero soy un jubilado con un sueldo miserable y suficiente para vivir, sin anhelos, no tengo hijos, ni un amor estable, siempre pensé que la soledad era mi gran compañía, pero no te voy a negar que disfruto visitar a personas, regularmente los visito de sorpresa, es mejor sabes, hay un gran sentimiento cuando hago eso, se sienten de cierta forma aliviados, pero soy un visitante fugaz, cuando me quedo mucho tiempo se empiezan a aburrir de mí, supongo porque hablo demasiado y  por eso los incómodo; pero te vuelvo a decir, no me vas a sentir. 
   
Intriga, ¿Qué hace este viejo aquí?, nunca lo había visto, espero que mi madre regrese pronto de cualquier lado que haya ido.

*Cof,cof*, el viejo tosía, una tos áspera y seca e intolerante, de esas que retumban en el lugar que se propaguen, de esas que suenan a ríos casi secos, al crispar, al olvido. El viejo estaba ahí, tranquilo, leía su periódico, gustaba más en leer la sección de deportes. El viejo comenzó a decir. - Estos jugadores ya no son cómo los de antes, hoy es pura publicidad, puro novelería, puro marketing, triste se ha vuelto ahora este negocio, incluyendo esos fanáticos; me repugnan, aunque siempre lo han hecho, pero sabes me repugnan más los religiosos, lo sé, soy intolerante, ¿Y quién mierda no lo es?, si te encuentras a un blanco, repugna al indio, al negro. Si te encuentras a un consumido trabajador repugna al vago; hablas con el vago repugna al sistema y sus pequeños esclavos, pero sabes lo que más me repugna, a la gente que desprecia sin saber el por qué, sólo sus antepasados lo han dicho; debes de repudiar al negro, al pobre, al débil. Antonio se puso un poco intrigado, a medida que hablaba le viejo el ya no sentía una incomodidad, incluso se identificaba un poco con él.

La madre llegó, una fundita con una libra de pollo, quería hacer un buen seco, a Antonio le encantaba, la especialidad.

Antonio ya llegué; dijo en voz alta para que su hijo saliera a localizarla; su casa era de esas se podría decir, término medio, medio grande, medio pequeña, medio bonita, medio fea. Vivían en el centro de la ciudad, habitaban el segundo piso, el primero era arrendado por comercios de mala muerte, así es, su barrio era "medio peligroso" pero conocía a la mayoría de maleantes, aunque su madre no permitía que se juntara con esos "delincuentes", cómo ella los llamaba de la forma más despectiva que su intolerancia pudiera así mencionar, algunos no lo eran, sólo eran poco agraciados, piel color oscura, mejillas coloradas, ojos achinados y de un color negro, pelos duros, cómo la escoba, así decía ella, eran los longos del barrio. Cómo Antonio, un muchacho medio blanco, medio fino, medio guapo; se iba a poder llevar con esos "longos delincuentes".
  
 Ella gritó desde el pasillo que producía un enrome eco, ya era noche y los focos de barra incandescentes de color blanco se encendían, con una fracción de segundo de oscuridad, y así pasaba titilando toda la noche, con ese sonido característico de los viejos focos, para ir al segundo piso se debía cruzar todo el pasillo hasta llegar a las escaleras, la madre iba con la cabeza agachada, cómo quien subía presurosa pues le temía a la oscuridad y ese pasillo tenía un cierto olor a muerte, tal vez debía ser la cañería ya bastante desgastada, porque pues bueno, su casa era "medio vieja". Cruzó la barrera del tercer foco y justo a la subida, en el tercer escalón, asomaba el viejo, -señora, buenas noches, un gusto verle, me llamo Don Ignacio Lorca, pero me agrada que me digan Don Lorca, no piense que pretendo ser pomposo, es sólo que no me gusta mi nombre, mi madre me lo puso por San Ignacio de Loyola, santo patrono de los jesuitas, pero yo con la religión no me llevo para nada bien, usted comprenderá, un viejo solitario, es solitario y punto, no tengo amigos imaginarios, a mis camaradas los debo de percibir, sentir, y los curas esos le robaban a mi madre con las limosnas que le pedían, y sí, a mi viejita bella le embarazó uno de esos sacerdotes descarados, luego cuando fue a reclamarle el hijo, dijo que si le decía a alguien, diosito le iba a castigar por ofender a uno de sus elegidos, curas arrogantes, son los bufones, los siervos de el diablo, no me pregunté que cómo me atrevo a decir eso, a veces la lengua se me suelta, y digo lo que pienso, así soy, me he ganado muchos enemigos.

La madre de Antonio no había dicho nada, sólo se quedó ahí paralizada ,un silencio tremendo, sólo el sonido molesto de los focos, y la madre decidió hablar. -¿A quién busca?, ¿cómo entró?, voy a llamar a la policía-. titubeaba de una manera increíble, las palabras le quedaban atoradas en la mente, sus demonios la golpeaban terrible en el pecho, su temperatura se elevaba, dejó caer la libra de pollo. 

El viejo empezó a reír de forma muy escandalosa, era esa risa de viejo maligno, un silbido en su garganta y luego empezaban las carcajadas siniestras;  Don Lorca procedió a hablar.-Señora, no se asusté, su hijo, Antonio me ha dejado pasar, es un chico muy afable, me simpatiza mucho; ya me ha informado que su marido no llegará hasta el día lunes, entonces lo aguardaré, se ve afligida, desesperada, no es por dármelas de viejo sabio, pero yo tengo todas las respuestas aquí-.Continuó hablando el viejo, -La razón de mi visita es porque su marido me debe algún dinerito, bueno no a mí, si no a mi jefe, aunque bueno soy jubilado, pero pues trabajo para mi hijo, y ya le repito que me debe un dinero, entonces vine a cobrarle; y esperaré aquí, hasta que llegue, de hecho siempre que hay deudores, los aguardo hasta que me paguen.

La madre aún titubeando dijo:-Está bien, quédese, mi marido me informó de su llegada, así que esperemos aquí hasta el lunes. 

Sábado: El viejo en el tercer escalón, leyendo ahora un libro, fumando un cigarrillo, aguarda tranquilo. La madre cocina, llorando. Antonio también llora, no sabe por que, pero le embarga un sentimiento de profunda melancolía.

Esa sensación que tengo, es de miedo, de profundo miedo, pero me asusta el hecho de que lo he asimilado con total normalidad, ¿Por qué?, sólo quiero que llegue mi padre para que ese viejo se vaya, no se ha movido de ese tercer escalón desde ayer en la noche, no sé ni dónde durmió, sólo quiero que se vaya, no me incomoda su presencia pero deseo que se marche, que nos deje en paz a mi madre y a mí, en que negocios turbios andará mi padre cómo para que le deba dinero a ese viejo.

Domingo: Silencio total, mismo escenario.

Lunes en la la mañana, el padre abre la puerta, llegó de su viaje, el primero en recibirle es el viejo,
-Hola Marcos.
-Hola.
-¿Me esperabas?
-Pues, sí.
-¿Por qué no le has dicho a Antonio?
-No lo iba a entender.
-Mal, muy mal, si lo iba a hacer, no debiste cuestionarlo.
-Es hora de la paga.
-Claro, espera me despido de mi familia.
-No, no lo harás.

Y así se fue el padre de Antonio, Don Lorca tenía la mano en su hombro, y cerraron la puerta, se fueron, nunca lo volvió a ver, ahora Don Lorca lo visita todos los días con una mirada benigna, y entonces Antonio le pregunta: ¿Cuándo?, cuando me pague tu madre, pero no te preocupes, ten por seguro que te visitaré todos los días que te quedan por ser.


martes, 7 de enero de 2014

Para un amante escondido

Ya es media noche, el dolor no se ha ido;
constante permanece arraigado en mi mente,
pensamiento tras pensamiento volando, huye lejos,
a donde Baco te espera ansioso.

Huyes de mí, yo huyo de ti,
encontrándonos en la ausencia,
diciéndonos mutuamente, sumerge las rosas en agua limpia
durando dos horas la vida, durando dos siglos la muerte.

Ahora las ideas reducidas
concentradas en una palabra, confusión,
eso es lo que siento cada instante
carente de brújula mi vida.

Espero no rodar por las hierbas,
espero no beber de los ríos,
espero no asfixiarme con el turbio polvo de la carretera,
y si sucede eso, espero que estés ahí.

Me encuentro en el borde del precipicio,
ansioso por dejarme caer,
la sensación de volar será única,
pero no te preocupes; sé que estoy cayendo.

Ahora una moneda, un cigarrillo, una banqueta
serán suficientes para recordarte
para viajar hasta a ti en una húmeda acera
y llegar al infierno con Satanás cómo niñera.

Ahora susurraré al día y gritaré a la noche,
y mi voz te tocará de manera hosca
y mi mano arañará el suelo
y reiré de mi dicha, no de estar vivo, no de estar muerto.

Eterna soledad, ven hacerme compañía
eres la única que me entiende en mis momento de agonía,
ahora seremos tú y yo por un largo tiempo,
te serviré una copa, adentro está frío,
pero se agotó la leña y sólo quedo yo.

Esperaré la canción negra y triste,
que me invoque a tu recuerdo
a tu olor
al ave que roba las frutillas,
no debí dejarle alpiste,
al final siempre huye y me deja inquieto.

Siempre me pregunto dónde está la cascada,
para lanzar la piedra que prometí no sería mía,
iré a buscarlo en su tiempo
por ahora; estaré despierto toda la noche.