miércoles, 13 de marzo de 2019

Otro cuento del Lumpen

Brian está sentado esperando el bus que lo llevará a ningún lugar, su posee es algo curvada, como de cansancio o decepción, a lado una señora que lleva las fundas de las compras se encuentra de pie, a pesar de que habían dos puestos más vacíos, el niño despide un olor algo nauseabundo fruto del fútbol del recreo que le obligan a jugar. -¡Juega, no seas maricón!  Le gritaba el Gómez cada recreo, no quería incluirlo, quería burlarse de él porque juega pésimo; el muchacho es algo relleno, sus mejillas guardan las danzas de la tierra, es de piel morena paspada, su pelo lacio, negro y fuerte; es alto y bastante callado, no es bueno ni en los estudios ni el deporte, no tiene gracia alguna que lo salve de ser el blanco de burlas, tiene el rostro gracioso, la frente muy estrecha y la nariz muy ancha, su mentón débil hace que su labio inferior le cuelgue, exhibiendo la parte inferior de sus encías.
Las marcas del sudor seguían en su rostro, se dibujan en las manchas de los costados de su mandíbula invisible, la señora la miraba con desagrado, hace ademanes para que notara que su olor es pútrido, él solo anhelaba llegar a su casa para que mamá le sirva su comida, pero el bus parece haberse retrasado, el tiempo se prolongaba mientras la señora empezaba a murmullar.
–Este bus que no llega y yo haciéndome tarde. Habla sola pero con intenciones de que Brian dijera algo, pero él solo está mirando a un punto fijo, recordando el aroma de su comida favorita, arroz con pollo y ensalada, su madre Doña Luisa tiene una picantería en el centro, no es tan buena cocinera, la mayor parte del tiempo el local pasa vacío, la mayoría de sus clientes comen ahí por el económico precio, es un espacio oscuro, rodeado de paredes despintadas y ahumadas de smog, cuelga un calendario y a lado un altar de la Virgen del Cisne, al otro lado un gran espejo sin marcos, Brian siempre se sienta en esa esquina a comer.
Sigue esperando el bus que lo llevará a ningún lugar, pero no llega, la señora de su lado, harta de la espera toma un taxi; él, sigue sentado, recordando que juega fútbol por obligación, porque no tiene amigos con quienes conversar en los recreos, casi nunca habla y más allá de la actividad física siempre despide un aroma particular constante, que incomoda a sus compañeros de clase, “apestosillo” le dicen, solo mira al piso y se refugia en su mundo, en el olor a la comida de mamá.
Oscurece y el bus que lo llevará a ningún lugar no aparece, él se estremece y decide que es hora de ir caminando, pero vive en las faldas del sur, lugar testigo de actos que desdeñan los gobiernos y los alcaldes de turno, las faldas olvidadas por dios, vive en lo alto, atravesando escaleras con ínfimos brotes de luz, el recorrido es turbio, rostros que se desdibujan en la noche lo atraviesan, miradas perturbadas de los vagabundos, los borrachos lo rodean mientras sube la inclinada cuesta que lo lleva a su casa.
Buh! Un viejo borracho lo asusta. -¿Vienes a pie? ¿Acaso no sabes que debes tomar el bus que te lleve a ningún lugar? –Eso hacía pero desapareció. Responde temeroso Brian; el viejo ríe y se aleja por un callejón con olor a orines, el rostro famélico perturba al niño. –Siempre debes tomar el bus que te lleve a ningún lugar, dice el viejo borracho entre las tinieblas mientras su eco desaparece. Brian continua su camino, de súbito aparece una jauría de perros, todos oscuros, o al menos en la noche así se dibujan, ellos husmean la basura, están al pie de las escalinatas que debe atravesar para llegar a su casa, pero todos levantan sus orejas y apuntan hacia él, son 5 perros, el silencio es tenso, uno empieza a gruñir y ladrar, Brian finge tomar una piedra pero a la jauría no le importa, entonces empieza a correr, desesperado se mete en el callejón que había atravesado breve tiempo atrás, de pronto alguien lo abraza por la espalda, es el viejo borracho famélico, su aroma a trago lo abrasa, poco a poco esa aroma se torna a la comida de su madre y luego a azufre, lo aprieta más y más, y le susurra – Hoy no has tomado el bus que te llevará a ningún lugar. 

sábado, 26 de enero de 2019

Río Universal


Los caminos se trazan, se dividen
Se ramifican no importa lo que opines,
Las raíces nos pusieron conciencia.

Aunque en el ego humano lo llamemos ciencia,
Con-ciencia, con el ego humano,
¿Esto es un pensamiento universal?

Los ríos se dividen y sigue fluyendo,
Solo cerrar un instante los ojos para que me lleves,
condenado a fluir contigo.