Cargamos un bolso
lleno de pasado,
De pañuelos sucios,
de trapos mojados con sangre,
Arrastrarlo al
caminar cuesta, las piernas tiemblan,
Y la garganta, con el
último esfuerzo distorsiona la voz
Para en el viento
escuchar lamentos.
Mancharon las ideas
con brea,
Se apropiaron de
nosotros, nos pusieron un discurso
Y una contradicción,
se burlaron de nuestro instinto,
De nuestras ganas y
nuestras ansias,
A las cadenas la llamaron
libertad,
Y a la libertad la
llamaron miedo,
Y al miedo le dijeron
seguridad,
Y a la seguridad le
apodaron desobediencia.
El cerebro no
entiende de símbolos
Así como el narciso
no entiende de otros;
Entonces pensaron que
nuestras mentes
Son plusvalía
Que nuestras acciones
son
Producto interno
bruto,
Y que nuestra
brutalidad es emprendimiento.
Controlaron nuestros
tiempos y nuestras ganas,
Nos arrebataron la
humanidad
Y la vendieron cómo
salvajismo exótico,
Nos vendaron hasta
asfixiarnos,
Y a las momias, que
En un intento
desesperado y enardecido intentan
Desprender las
vendas, a esas momias llamaron revoltosos.
Y al canto
desesperado del perico en jaula,
Le llamaron música,
Y a un tigre en
cautiverio con las garras crispantes,
Le llamaron arte,
Y a los gritos
ahogados de un perro encadenado,
Le llamaron poesía.
Burocratizaron
nuestras vidas,
Aislaron nuestros
cuerpos,
Golpearon salvajemente
a la necesidad,
Luego medio muerta le
pusieron una cura en la frente,
Y a eso llamaron buen
gobierno,
Al egoísmo le
nombraron visión,
Y cuando todo se
había perdido,
A los charlatanes les
asignaron el papel de falsos poetas,
Y les pusieron una corona, para enaltecer su
vergüenza
De llamar arte a la
avaricia.