lunes, 30 de septiembre de 2013

Cuento corto:Ceguera momentánea

¡No puedo ver nada!, dice el joven triste, va sintiendo su caminar, pero no ve nada, una gran oscuridad, envuelta de una ligera luz, que sólo causa confusión, miedo, angustia. -Debí haber tomado un taxi. Piensa el joven, pero ya es tarde, ha iniciado el recorrido y no hay vuelta atrás, varios fantasmas lo acechan por la espalda, no lo atacan, pero no puede mirarlos, ni voltear, ni gritar, ni retroceder; podría correr hacia adelante pero está muy oscuro. El pánico le está envolviendo suavemente las piernas.
Un diablo adelante de él aparece de súbito, se paraliza, su cuerpo se ha desconectado, su mente está despierta, quiere salir, quiere correr, quiere cerrar los ojos, pero si los cierra los monstruos de su cabeza lo atacarán, ¿Qué hacer?
No hay ángeles, solo demonios, todos ellos rodeándolo, respirando escabrosamente sobre su cuerpo, el puede sentir el aire caliente recorrer su erizada piel, un aire áspero, un aire que se está calentado más y lo empieza a quemar. Su mente golpea su cabeza intentando escapar, todo es silencio, el único sonido es el del río que está a su lado, ese ritmo suave y armonioso,eso le tranquiliza, pero aún sigue desconectado.
Están los demonios a un paso, sólo debe correr, pero teme, teme tropezar, teme fracasar, teme morir, eso es a lo que más teme.
Un demonio le empieza a cortar la capa externa de la piel, mil llantos comienzan a brotar de él, esparciendo de ruido toda la oscuridad, debe cerrar los ojos y correr, pero teme; le teme a no ver nada, le teme a la muerte; su mente desesperada empieza a cuartear las paredes de su cabeza. el dolor es intenso, pero el no se mueve, empieza a escuchar el caminar de la muerte, sigue inmóvil, porque teme, su temor le acaricia el cuello con sus tétricas manos, manos pálidas y podridas, de un hedor horrible , sin embargo no se mueve, porque teme, llantos esparcidos, cabeza destrozada. dolor agonizante, pesadilla inquietante; solo el río y una ligera luz viéndolo morir, no se mueve, ni un músculo, ya ni el viento aparece para agitar su pelo, solo temor, debe huir de él, pero teme, los demonios lo destrozan de una manera salvaje, pero el no se mueve, porque tiene miedo, miedo de lo que le está pasando.
Su cabeza se destroza; la mente vuela, y llega hasta el río donde fluye, ya no hay nada que temer, porque el joven triste ya no está vivo.