domingo, 13 de septiembre de 2015

Desvanecerse

Amnesia;
Por casualidades, azares, descontroles, temores, anhelos,
No sabría definir bien como llegué hasta esos portales,
Que me transportaron a tu recuerdo, hecho símbolo,
Destrozados, tardío, sensitivo, memorias, recuerdos,
Cualquier cosa serviría para intentar llegar a la duda,
De cómo paré ahí, alojado en ese baúl de la resurrección,
Estaba ahí una imagen, que representaba, imitaba, mimetizaba,
Acercaba, conectaba, trasladaba ya, a tus seres más oscuros,
Estabas ahí, y un dolor golpeo mis costillas, unas puñaladas,
Entraban a mí ya en sueños, para acercarme a vos,
Pero no acercarme como antes, con mezcolanzas, batidos, fanescas,
Mixes, misceláneas de ti, de tus melancolías y paradas más sombrías,
Tu belleza, que le había desnudado ya no estaba ahí,
Poco a poco empecé a vestirte, a olvidar tu cuerpo desnudo,
A desdibujarte, a deconstruirte irreparablemente, pero de una manera no hedonista,
Egoísta o individual, yo  no quería desdibujarte, pasaron meses, años, vidas,
Para allanar marchitas memorias que no volverán,
Estas ya son cenizas que arden todavía pero que se extinguen,
Disfruta de las últimas memorias, que se plasman en rayas descontroladas.


lunes, 7 de septiembre de 2015

Un cachito

Hoy, hoy haré, haré, haré, haré,
Haré un jodido poema, un poema, un poema hacia ti,
A recordarte, a anhelarte, a olvidarte, a realizarte, a concienciarme,
A intentar saber, o descubrir, o existir,
No tengo idea, pero sé, sé,
Que mis instintos me guiaron, no te llego a culpar,
Simplemente te vi, y dolió, dolió verte,
Pero, sin importar mucho, me alegra,
Que hayas estado, al menos,

Un cachito en mi vida.

La persona que siempre estaba en lo correcto

Él siempre estaba en lo correcto,
Siempre acertado, siempre bien portado,
No fallaba ni cuando echaba el chorro en la taza del baño,
Ni al dar el vuelto, ni al bajar del bus,
No fallaba ni cuando se amarraba sus cordones,
Ni cuando hablaba por montones, ni cuando manejaba un carro,
Totalmente lógico, racional, coherente, capaz, competente;
No erraba cuando jugaba al fútbol, ni cuando comía la cena,
Su caminar era preciso, su postura impecable,
Él era correcto, no fallaba al leer el periódico, de discurso preciso;
No fallaba ni en el mínimo detalle,
Ni cuando recogía la mierda de su perro,
Era un engrane, una calculadora, una máquina, un circuito;
A las damas hacía “el amor” con gran soltura,
Las féminas lo buscaban, hasta en los más recónditos lugares;
Pero al señor poco o nada le importaba, había tenido dos hijos,
Como lo manda la ley del instinto, él no amaba a su esposa;
Era un arma mortal, conocedor de las más mortales artes marciales,
Era un gran matemático, podía resolver ecuaciones de dos incógnitas,
O de tres, o de cien, o de mil, no fallaba,
Impecable, preciso, perfecto,
Dominaba muchas ciencias, racional utópico;
De rutinas perfectas, llegó hasta los 102 años;
Lo condecoraron como el hombre perfecto del mundo,
El día de su agonía, la prensa reunida, le preguntó,
¿Cómo hacía para ser tan perfecto? A lo que el senil respondió,

Jamás viví.

Sapiosexual



Si hay algo que aborrezco es esa farsa de sapiosexuales, que sólo les seducen con el intelecto, que les gusta que les penetren la mente, que la apariencia física es lo menos importante, que lo que importa es el “interior” como una especia de parafilia al aparato circulatorio, digestivo y pulmonar, ; ni lo interior ni lo externo, porque la belleza es demasiado subjetiva, mutante, distorsionada, perversa y alterada, porque la inteligencia es tan útil como la fuerza y como las hormonas, porque a la persona deseada se la divisa con todos los sentidos, los perceptivos y los abstractos; ojos, nariz, oídos y piel, se entrelazan, se conectan para formar un todo, esa existencia que se anhela, para ver, tocar, oler, besar. La piel, ojos, labios, pies, rodillas, codos, hombros y demás miembros superiores e inferiores se los perciben, no se los ve, se los siente, sentir como una boca altera la frecuencia del aire e invade tu memoria para jugar a alterar el tiempo y el espacio, para sincronizarlo, un cuerpo que juega con tu espacio, juega consigo y con su entorno, y ahí se chocan los seres, se hacen uno y se vuelven a separar; se cuestionan, se fortalecen y se debilitan, se vuelven como el cristal, rígido y a la vez frágil,  sapiosexuales para parecer interesantes, cultos y elegantes, dueños y dueñas de una intelectualidad superior, la élite que no se deja engañar por los “banales” instintos, cuando todo lo hacemos por instinto; el poder, las ciencias, el arte y la filosofía se formaron por la misma inquietante razón, el existir por intuición, el amar por intuición, el odiar, el temer, el querer, el descubrir, todo por razones ya sentenciadas hace millones de años, cuando, según un científico de largas barbas y abundantes cejas, éramos seres no erguidos.